viernes, 29 de julio de 2011

Violencia de género y patrones socioculturales

Violencia de género y patrones socioculturales

La violencia de género no es un fenómeno social nuevo, sino que lleva miles de años, desde el momento mismo en que hombres y mujeres se organizaron para convivir socialmente bajo la modalidad del parentesco, a través del matrimonio y la familia.
El término género no significa en modo alguno negar la diferencia de sexos y naturalezas biológicas y fisiológicas entre hombres y mujeres, sino que hace referencia a la inequidad de oportunidades y desigualdad entre hombres y mujeres para llevar adelante un proyecto de vida y desarrollo de la personalidad basado en cuestiones socioculturales de alta raigambre en el inconsciente colectivo masculino y femenino.

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Proyecto de vida y desarrollo de la personalidad.
Fue en la pluma de Zigmunt Bauman , que encontré las palabras más adecuadas para exponer qué significan los conceptos proyecto de vida y desarrollo de la personalidad. Él hace referencia a individualidad de iure, ipso iure o individualidad negativa e individualidad de facto, ipso facto o individualidad positiva.
Por su parte Simone de Beauvoir lleva a cabo la misma distinción denominando al primero “derechos en abstracto” y al segundo, “derechos en concreto.” (El Segundo Sexo).
La individualidad de iure es la posibilidad que tiene el ser humano de desarrollar su personalidad y llevar a cabo su autoafirmación a lo largo de su vida. Esta actividad de autoafirmación o también denominada subjetivación, lo es en vistas del individuo en su totalidad. Incluye las diferentes facetas del individuo en su día a día: despliegue de una vida social, contacto con los afectos sean estos de parentesco o no, una constante evolución intelectual, y materializar su aporte a la sociedad mediante el desarrollo de una actividad profesional u ocupación. El proceso de individualización ipso iure está fuera de discusión, de modo que así estaría legalmente garantizado por nuestra Constitución Nacional y todo el conglomerado normativo vigente que garantizan libertad de expresión, de tránsito, de trabajar, y por sobre todas ellas igualdad ante la ley. En teoría la ley, no impide el proceso de individuación siempre y cuando no cometa un acto criminal. Legalmente están preparadas todas las condiciones para que una persona despliegue sus potenciales a fin de alcanzar su realización.
La individualidad de facto, ipso facto o individualidad positiva es la realización concreta y efectiva de aquellos actos que una persona lleva a cabo tendiente a lograr su autoafirmación y despliegue de su personalidad.

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Entonces, sociológicamente, la violencia de género, sería el producto de toda acción u omisión que impidiere u obstaculizara la concreción del proyecto de vida y desarrollo de la personalidad de una mujer.
Y la pregunta que le sigue es: ¿la violencia de género es todo acto u omisión que obstaculice o impida a una mujer el ejercicio pleno y efectivo de sus derechos?
La respuesta es sí. Y no hace falta tener que llegar a ver una mujer con heridas o moretones en su rostro y cuerpo para recién ahí considerar que hubo violencia de género, pues es llevada a cabo con actos tan sutiles y se encuentra histórica y socialmente tan naturalizada, que solamente conociendo la materia es posible palparla e individualizarla tanto en casos particulares como socialmente arraigados.

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Políticamente incorrecto es afirmar que hombres y mujeres han sido mutuamente cómplices de esta servidumbre encubierta y solapada a la que hemos sido sometidas durante miles de años y de qué manera, ingnorándolo ellos, los hombres, fueron quienes generaron cambios políticos, económicos, sociales y culturales que afectaron la estructura del matrimonio y la familia de manera irreversible, o por lo menos, difícil de revertir.
Recuerdo que hace varios años, la primera vez que escuché semejante afirmación menee mi cabeza horrorizada diciendo: “yo no” y seguramente quien esté leyendo estas líneas, piense y sienta en su fuero interno y con convicción lo mismo que yo lo hice en su hora.

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Políticamente incorrectos fueron considerados Morgan, Bachophen, Engels, Simone de Bauvoir, Coontz y las feministas de los años ’60, entre otros, cuando vincularon al origen del matrimonio y la familia con cuestiones netamente patrimoniales.
Políticamente incorrectos y “linda” condena intelectual y social se han llevado, quienes escribieron que el incesto fue un interdicto originalmente más vinculado a cuestiones económicas y patrimoniales que a cuestiones morales.

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Y la pregunta que surge dentro del imaginario colectivo es: ¿y el amor? El amor dentro de la pareja y el matrimonio también lo introdujeron los hombres.
Pero para llegar a hablar de amor dentro del matrimonio, primeramente debemos hacer un breve repaso de historia.

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Genesis
Una vez, escuché a alguien decir: “Cuántas mujeres solas que hay”.
Ese comentario me quedó en la cabeza retumbándome una y otra vez: “7 mujeres por cada hombre, y durante miles de años, hemos avanzado tan poco. ¿qué pasó? Frente a mis ojos y de todo aquel que quiera ver, estaba la respuesta. Entonces me puse manos a la obra.
Para comenzar, no tengo buenas noticias. Lo cierto es que empezamos mal.
La Biblia fue escrita por hombres, donde Dios parece pertenecer a su género, pasando por alto el principio de generación.
Ya en Génesis, capítulo 1, versículo 26 al 31 Dios creó hombre y mujer juntos . En el capítulo 2, versículos 1,2, 3 y 4 se da por concluida la creación del Universo.
Pero antes que el diablo metiera la cola, y se produjera la expulsión del Paraíso, alguien metió la pluma, y en Génesis Capítulo 2, versículos 21 al 25 Dios creó a Eva a partir de la costilla de Adán . Entonces, para ir concretando ¿en qué quedamos? ¿Dios creó hombre y mujer juntos, o a la mujer a partir de la costilla de Adán? La respuesta es que nadie lo ha cuestionado, pues de acuerdo con la doctrina de los sabios del judaísmo, los padres de la Iglesia, todos ellos hombres, dieron de baja la primer versión y, hasta el día de hoy prima la noción que las mujeres provenimos de la costilla de Adán. Si alguna duda cabe, en notas al pie se encuentran transcriptos los capítulos y versículos pertinentes.
En el Capítulo 3, versículos 1 al 7 y versículos 14 al 19 , se describe la caída, y a partir de ella responsabilidad de Eva por la expulsión suya y de Adán del Paraíso.
La responsabilidad de Eva, junto con la condena (Capítulo 3, versículo 16): “hacia tu marido irá tu apetencia y él te dominará”, se dio el caso por cerrado. Primero los hebreos, luego los cristianos y posteriormente los protestantes establecieron una relación desigual entre hombre y mujer, en la cual citando a Polan de Barrie (hombre feminista): “Todo cuando sobre las mujeres han escrito los hombres debe tenerse por sospechoso, puesto que son juez y parte a la vez”.
Sin duda hay en el Evangelio un soplo de caridad que se extiende tanto a las mujeres como a los leprosos. Legisladores, sacerdotes, filósofos, escritores y eruditos, todos ellos se han empeñado en demostrar que la condición subordinada de la mujer era del Cielo y provechosa para la Tierra. Las religiones inventadas por los hombres, reflejan esa voluntad de dominación: han sacado armas de las leyendas de Eva, de Pandora; han puesto la filosofía y la teología a su servicio.
Desde la antigüedad hasta nuestros días, infinidad de pensadores, de manera descarada, impune e incidiosa, desde Hesíodo, pasando por Aristóteles, Cicerón, Ulpiano, Santo Tomás de Aquino, Concilios Eclesiásticos y padres de la Iglesia, han escrito sobre la mujer, obsesivamente sobre la menstruación, sobre su sexualidad, sobre su debilidad mental y de carácter, y recomendado y establecido su no intervención en asuntos públicos basado en dichos fundamentos.
Han insultado al género femenino con características como inerte, impaciente, ladina, estúpida, insensible, lúbrica, feroz y humillada. Que tiene ideas cortas y cabellos largos. Que la mujer perfecta es la que no habla, etc, etc, etc. El hombre proyecta en la mujer a todas las hembras a la vez .
Han creado un mito sobre la inferioridad de la condición femenina que aún hoy, muchas actitudes del género masculino provienen aquel entonces.
Nada más contradictorio, y si se quiere irresponsable, el considerar a la mujer incapaz de intervenir en asuntos públicos, pero delegando en ellas la educación de niños y niñas que algún día serían adultos. A seres considerados incapaces, de almas débiles, carentes de autocontrol, inferiores al hombre, se la excluyó de ciertos asuntos reservados exclusivamente a los hombres y bajo un aparente rol secundario, se las destinó a formar y educar niños, que algún día serían parte de la cosa pública y del aparato productivo.
Una constante preocupación que bordea el temor, hay en esos pensadores. Obsesionados por la maternidad y la menstruación, sus letras huelen más a temor o envidia que a una condición de inferioridad propia de la mujer. Sus discursos fueron utilizados desde la antigüedad para llevar a la práctica la condena a Eva. Y así:
_ En la quinta Ley de las XII Tablas se estableció que, debido a la ligereza de mente, toda mujer estará bajo la potestad de un hombre.
_ Aristóteles preconizaba la desigualdad de género, fundándose en que ésta debía ser permanente, debido a que la facultad de discernimiento de las mujeres carece de autoridad como la de un niño. Esta premisa fue continuada por pensadores europeos hasta el S. XVI.
_ Hipócrates establecía que las mujeres eran frías y húmedas, en tanto los hombres eran calientes y secos. Lo frío se consideraba lo inferior.
_ En Cicerón (S I a C) encontramos que sostuvo que: debido a su debilidad de intelecto, todas las mujeres deberían estar bajo el poder de guardianes masculinos.
_ Según Ulpiano, todas las mujeres necesitan custodia, dada la debilidad de su sexo y la ignorancia de los asuntos materiales.
_ De acuerdo a Filón de Alejandría, filósofo judío del S. I: El alma tiene, por así decirlo, una morada, en parte alojamiento de la mujer, en parte alojamiento del hombre. Ahora, para el hombre existe un lugar donde habitan propiamente los pensamientos masculinos, estos son sabios, correctos, justos, prudentes, piadosos, llenos de libertad, audacia y apego a la sabiduría… Y el sexo femenino es irracional y afín a brutales pasiones, temores, penas, placer y deseo de los que sobrevienen una debilidad incurable y enfermedades indescriptibles.
_ En la tradición europea las mujeres fueron definidas como buenas o malas, decentes o indecentes, respetables o perdidas, por sus relaciones sexuales con hombres.
_ En las culturas antiguas (griega y romana) se empleaba la coacción a la vez que la alabanza para asegurar la fidelidad de la esposa. Esto más tarde se reflejará en los cantares y romans de la Edad Media, en el ejercicio del amor cortés, en los cuales la mujer será venerada como objeto de deseo erigiendo ciertas virtudes en la mujer ideal, y denostando con definiciones negativas, y hasta atribuyendo desgracias y muertes al “mal amor” de una mujer
_ En la cultura hebrea, de acuerdo a los primeros libros del Antiguo Testamento, el matrimonio exigía la fidelidad de la esposa, pero no la del marido. El marido cometía adulterio cuando tenía relaciones sexuales con la mujer de otro hombre, pero no cuando tenía relaciones con otra mujer. De ahí el mandamiento: “no desearás la mujer de otro hombre”.
_ En la Biblia, San Pablo afirma la tradición judía, ferozmente patriarcal.
_Tanto el Antiguo como en el Nuevo Testamento fundamenta el principio de la subordinación de la mujer al hombre. Porque el varón no es de la mujer, sino la mujer del varón; y porque tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón… Así como la Iglesia está sometida a Cristo, así sea sumisa en todas las cosas la mujer al marido”
_ Juan Crisóstomo escribió: Entre todas las bestias salvajes, no hay ninguna más dañina que la mujer. Comentario aparte merece su carencia de misericordia para llegar a ser santo.
_ En sus orígenes, en el derecho canónico a la mujer se le prohibió deponer ante la justicia y no se le reconoció el valor de su testimonio.

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Entonces, cabe preguntarse ¿El statu quo de la mujer se debe a su propia naturaleza o a que así lo ha establecido el género masculino? Se huele cierta mala fe, máxime si se tiene en cuenta por Bernard Shaw respecto de la Otredad: “El norteamericano blanco, relega al negro a la condición de limpiabotas y de ello deduce que solo sirve para limpiar botas”
Sí, la Otredad , eso mismo se ha ejercido respecto del género femenino durante siglos. Pero a lo largo de las siguientes páginas se podrá ver que, a diferencia de otros casos, como ser judíos o negros, en el caso de las mujeres, es el único supuesto en que el hombre ha ejercido la otredad con la mismísima complicidad de su víctima, la mujer.

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Tratadas durante siglos en la misma categoría de niños. Utilizadas sexualmente como a la cloaca universal, emulando a Simone de Beauvoir.
Asignando durante siglos la función de transmitir y conservar riqueza con matrimonios concertados y convenidos entre padre y futuro marido, generadores de obligaciones para la mujer, sin su contrapartida en derechos. Y peor aún, porque cuando se establecieron los matrimonios exógamos (entre miembros de distintos clanes), se estableció como excepción a las huérfanas y ricas herederas; y en tal caso se concertaban matrimonios endógamos (dentro de la misma gens) a modo de conservar la riqueza.
Durante la Edad Media la mujer fue el instrumento mediante el cual se transmitía el dominio .
Relegadas a específicas funciones que por leyes que creó el género masculino, y aceptándolas sin poner en duda. Hijas, madres, esposas, durante siglos ciudadanas de segunda categoría, cayendo en la trampa una y otra vez, manteniendo la esperanza que el género masculino las rescate de esa servidumbre encubierta.
Durante 2000 años crearon legislación a la medida de las necesidades del género masculino, leyes en las cuales la mujer no tuvo ni voz ni voto, salvo contadas excepciones. La celebrada Ilustración excluyó a las mujeres de su libertad, igualdad y fraternidad. Las mujeres al comienzo de la modernidad, por su supuesta naturaleza, continuaban estando sujetas al uso y regulación de los hombres. La razón ilustrada, puso así de manifiesto una insólita capacidad de irracionalización y deslegitimación del poder en todas sus formas

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El Matrimonio
El matrimonio se originó en la era del Paleolítico. Antes de ello, hombres y mujeres se vinculaban sexualmente en hordas.
La institución matrimonial surgió para cubrir la necesidad de tener parientes políticos con quienes crear lazos de colaboración en cuanto a supervivencia se refiere entre los diferentes clanes.
Con el tiempo los contratos matrimoniales fueron utilizados como alianzas económicas, políticas y hasta para poner fin a guerras, sellando la paz con la celebración de un matrimonio entre un hijo y una hija de los jefes de los clanes y tribus enemigas.
Los matrimonios contraídos entre miembros de diferentes clanes eran denominados exógenos y para asegurarse que siempre fueran así, se creó el interdicto del incesto hasta el séptimo grado y en la Edad Media por cuestiones de conveniencia patrimonial la Iglesia Católica lo bajó al cuarto grado. Solamente se hacía excepción en el supuesto de huérfanas y ricas herederas. En tal caso se concertaban matrimonios endógamos (dentro de la misma gens) a modo de conservar la riqueza.
“Amamos y sufrimos de acuerdo a imperativos culturales” dice Robert Muchumbled en “El Orgasmo y Occidente. Y así es, el incesto aún hoy nos resulta un acto repulsivo, pero en sus orígenes fue instituido para crear mayores lazos de colaboración a través de los parientes políticos.

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Anteriormente comenté, cuán aborrecidas han sido las antropólogas feministas de los años ’60 cuando difundieron información confirmando la teoría materialista de la historia, del matrimonio y la familia. Dicha información fue posteriormente ratificada por varios investigadores, según los cuales, en sus orígenes los hombres entregaban una dote a su futuro suegro para así convertir a una de sus hijas en esposa. Y con esto último, también se corrió el velo de otro mito: el que se refiere a que el hombre siempre ha sido el proveedor de su familia.
Desde los orígenes de la historia, las mujeres de la familia se han dedicado a la agricultura, la horticultura, a cardar, a hilar etc. De hecho el CEDAW en su artículo 14 venera a las campesinas.
Pero con la creación del arado, la dote cambió de lugar, ya que era tan pesado que las mujeres no podían empujarlo. Entonces, los hombres solteros ya no necesitaban una esposa para que trabaje su tierra, sino que para ello tenía esclavos y su arado.
Y es a raíz de ello que los padres de hijas mujeres, para continuar creando lazos de parentesco y tener menos bocas que alimentar, comenzaron a integrar una dote para que ellas pudieran casarse.

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Antes de escribir sobre el amor en el matrimonio, es preciso mencionar sexualidad y doble norma.
Ya Hesíodo, cuando relata el nacimiento de Afrodita distingue entre Afrodita Pandemos y Venus Afrodita. Afrodita Pandemos es la peligrosa, misteriosa, mágica y hechicera diosa del Erotismo. Venus Afrodita es la diosa del amor, la dulzura y del encanto.
Desde el origen de los tiempos, los hombres han distinguido a las mujeres en estas dos categorías vinculándolas con el ejercicio de su sexualidad. En Grecia los hombres recurrían a las hetairas. Un orador del S. IV a JC explicaba: “Tenemos hetairas para el placer (cortesanas especialmente entrenadas para ofrecer grata compañía), concubinas para el cuidado diario de nuestro cuerpo y esposas para engendrar hijos legítimos y para ser guardianas fiables de nuestro hogar.”
Fueron los romanos quienes obligaban a las prostitutas a vestirse de manera diferentes al resto de las mujeres para poder distinguirlas y para que al requerir de sus servicios no incurrieran en error molestando a las mujeres decentes. Pero entre los celtas y germanos la prostitución no existía ya que derechamente tomaban sexualmente a sus esclavas. Estas últimas eran mujeres hechas cautivas al pueblo vencido durante las guerras.
Desde la antigüedad, en aquellos pueblos donde existía esclavitud, la proporción era que a mayor cantidad de esclavas, menor cantidad de prostitutas, y, el ejercicio de la prostitución llegó a elevarse a niveles altísimos en los Siglos XV y XVI, con el mercantilismo cuando los gremios cerraron el acceso a las mujeres al mercado laboral.
A lo largo de los siglos, y en las distintas civilizaciones, los hombres han legislado y requerido que las prostitutas sean distinguidas por su vestimenta en la vía pública.
Desde Grecia, en adelante el género masculino, ha acostumbrado a llevar en su inconsciente el patrón de conducta de identificar a las mujeres Venus Afrodita, como aquellas elegibles para formar una familia y tener hijos, bajo el ejercicio de una sexualidad limitada a la procreación; y a las mujeres Afrodita Pandemos, con quienes satisfacer su voluptuosidad.
A este patrón de conducta, se le denomina doble norma masculina o doble norma, y aún hoy se encuentra socialmente naturalizado y tolerado por muchas esposas.


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Y ahora si, voy a contar cómo comenzó a ingresar el amor sexual individual o de pareja en hombres y mujeres y luego en el matrimonio.
Sabido es que la noción de amor sexual moderno, conoció sus primeros e incipientes pasos en la Edad Media (S. XII y XIII) mediante la práctica del amor cortés. Éste último fue introducido en Europa por aquellos hombres que habían ido a Las Cruzadas, pues ocurrió lo siguiente. Cada vez que los sobrevivientes de Las Cruzadas volvían a Europa, llevaban consigo especias y sedas de Oriente. Esas sedas y especias cambiaron hábitos alimenticios y de vida de los europeos. Las especias fueron incorporadas a los alimentos, y luego fueron aplicadas para hacer perfumes. Las sedas fueron utilizadas para decoración de sus hogares y para vestimenta. Hasta ese entonces, hombres y mujeres se vestían prácticamente igual. Con lienzos de lanas hechos en telar, confeccionaban pantalones y túnicas rectas. Pero con el ingreso de las sedas en Europa, comenzaron a confeccionar vestimenta mucho más liviana y ceñida al cuerpo. Las mujeres comenzaron a utilizar por primera vez en la historia, escotes. Los hombres, a exacerbar sus hombros con chaquetas confeccionadas a tal efecto.
De modo que, los aromas en los perfumes, el sabor en las comidas, el cambio en la indumentaria, comenzó a exaltar los sentidos de modo tal que surgieron los primeros trovadores y juglares que en su origen le cantaban al amor, pero a una mujer determinada. Como generalmente, esos hombres formaban parte de la corte, es por ello que se le denominó a este movimiento: “Amor cortés”.
En Baviera, a estos hombres se les llamaba “minnesanger” (minne: cosa, sanger: el que canta), es decir, el que le canta a una cosa.
Paralelamente, las esposas de cruzados, eran quienes mantenían en movimiento, administraban y sostenían el aparato productivo y la economía del feudo de su esposo, mientras éste último estaba en Oriente, pues de con frutos de su feudo, financiaban Las Cruzadas. Caballos, armas, mallas de guerrero, todo se financiaba desde allí. Razón por la cual, era tolerado que las esposas, en ausencia de su esposo, aceptaran ser seducidas por aquellos caballeros que ejercían el amor cortés. Si, señor, el adulterio femenino comenzó a ser socialmente tolerado.
Durante el Renacimiento, nobles damas y mujeres de inteligencia suscitaron un movimiento a favor de su sexo; las doctrinas platónicas originadas en Italia espiritualizan tanto al amor como a la mujer.
Como todo proceso, lleva sus tiempos, y como dos fuerzas en pugna, la noción de matrimonio por convención y la noción de matrimonio basada en el amor, durante siglos (desde el S. XI hasta el S. XVII) empujaron unas otras para imponerse.
Recién en el S. XVII hombres y mujeres comenzaron a exigir ser ellos mismos quienes eligieran con quien contraer matrimonio en base a vínculos amorosos y no como fruto de alianzas entre futuros familiares políticos.
También a partir S XVII, comenzó a cambiar la forma de ejercerse la sexualidad dentro y fuera del matrimonio, llegando a su máxima expresión a partir del año 1950, con la creación de la píldora anticonceptiva, y a partir de allí quedó escindido el ejercicio de la sexualidad femenina de la maternidad, accediendo las mujeres a la posibilidad de goce sexual equiparable a la que durante siglos solo tuvieron acceso los hombres.
No obstante, jamás dejó de estar naturalizada la doble norma masculina, y aunque en la actualidad exista el ejercicio de la voluptuosidad dentro del matrimonio, la doble norma continúa arraigada en el inconsciente colectivo.
También en el Siglo XIX se le suma una nueva fuerza, y es la reivindicación de los derechos de la mujer, que ya había comenzado con Mary Wollstonecraft, en 1792.
Como corolario, emerge la noción de amor conyugal.
Sin embargo, previendo los obstáculos que la mujer podría toparse en el camino, Balzac prevee en “Philosophie du Marriage”, que “el marido no dudará en imponer a la mujer un régimen debilitante y en negarle todo acceso a la cultura a fin de mantener control sobre ella, pues para el marido no existe verdadero amor conyugal en esos casos, y a través de su control, salvaguardará su propio honor”.
Creo que no hace falta hacer comentarios al respecto.

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El conocimiento y el saber también han sido negados a la masa de las mujeres durante siglos. Hasta finales del siglo XVIII solo unas pocas niñas accedían a una buena educación, y a aprender a leer y escribir mediante institutrices. Tal fue el caso de las hijas de Carlomagno.
Recién, a partir que el protestantismo consideró que todas las mujeres debían saber leer y escribir, para así poder educar a sus hijos en la fe, el acceso a la educación se masificó para el género femenino. Y, a medida que esto sucedía, la Iglesia Católica, al ver que perdía fieles, optó por seguir la línea protestante, y desde el siglo XVIII se comenzaron a fundar las primeras escuelas católicas en Francia. Pero como la punta de lanza había sido hecha en los países protestantes, es esa la razón por la cual los primeros movimientos feministas partieron de ellos, y también la misma razón por la cual los países latinoamericanos vienen más atrasados al respecto, entre otras razones que exceden el marco de la presente exposición.

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El último aspecto históricamente nuevo en la vida de las mujeres son el derecho a voto, el acceso al aparato de la cosa pública y a ocupar posiciones de poder en el plano político nacional e internacional.
Dicho esto, no es difícil concluir que el mundo de lo neutro siempre ha sido dominado por los hombres.
El acceso a la riqueza, al derecho de propiedad, al universo de la política, al mundo del conocimiento, y la posibilidad de ejercer una sexualidad en igualdad de condiciones, actualmente deben compartirlo con nosotras, las mujeres.
Desde 1.950 a la fecha, proporcionalmente, el matrimonio ha cambiado mucho más
que en los últimos 3.000 años.
No obstante estos cambios, los viejos patrones socioculturales aún se encuentran altamente arraigados en el inconsciente de algunos hombres. Estos hombres, que han sido superados por una realidad que se les impone, son portadores de una misoginia tal que la única manera que conocen y pueden vincularse con una mujer en una relación de pareja, no es mediante el amor, sino ejerciendo el poder. Ejercen poder cercenando el desarrollo de la personalidad de sus compañeras, caso contrario sienten amenazada su masculinidad. A esta limitación a la individuación ipso facto de una mujer, se le llama VIOLENCIA DE GENERO.

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